Friday, November 24, 2017
Review: Verónica
En Madrid, en junio de 1991, Verónica (Sandra Escacena) es una adolescente que por las circunstancias después de la reciente muerte de su padre y al su madre trabajar en un bar todo el día, debe cuidar de sus tres hermanos menores, las gemelas Lucía (Bruna González) e Irene (Claudia Placer) y el más joven Antoñito (Iván Chavero). Todavía de luto por la muerte de su padre, Verónica decide jugar ouija con sus amigas Rosa (Ángela Fabián) y Diana (Carla Campra), aprovechando un eclipse solar total donde todos sus compañeros de clase y maestros están en la azotea de la escuela mirándolo. Solas en el sótano, las chicas intentan ponerse en contacto con sus recientes familiares fallecidos, pero la sesión sale muy mal. Ocultando a su madre el suceso, Verónica comienza a sentir una extraña presencia en la casa, temiendo que este fantasma amenace a cualquiera de sus hermanos. Aconsejada por la Hermana Narcisa (Consuelo Trujillo), mejor conocida por los alumnos como la Hermana Muerte, sobre los espíritus siniestros cercanos a ella, Verónica busca la manera de romper el contacto con el fantasma para salvar a todos, sufriendo alucinaciones y visiones horribles que progresivamente se vuelven intensamente violentas y que convierten la casa en una pesadilla donde nadie está a salvo.
Verónica se inspira en un macabro suceso que estremeció a la sociedad española y es uno de los casos más conocidos de la fenomenología paranormal en España: el Caso Vallecas. Estefanía Gutierrez Lázaro fue una joven que en 1991 falleció en Madrid bajo extrañas circunstancias tras practicar una sesión del juego de la ouija y lo que ha pasado a la historia es una situación escalofriante. La policía llegó al domicilio familiar de la joven tras recibir una llamada desesperada de socorro, encontrándose los agentes con un panorama desolador. De hecho, llama poderosamente la atención que el jefe inspector escribiera en su informe policial, de forma extraordinaria, la existencia de factores paranormales en la muerte de la joven. El oscuro caso despertó encendidos debates sobre los peligros de la práctica de la ouija, del poder sugestionador que este juego puede ejercer sobre personas de mente débil que acabarían viendo fantasmas donde no los hay y la eterna discusión sobre la existencia de espíritus, demonios o vida más allá de la muerte.
Veinticinco años después, el director Paco Plaza ha adaptado la historia, manteniendo la esencia de los hechos acontecidos, para hablar de otro tipo de miedo más terrenal pero, no por ello, menos vertiginoso. El vértigo que siente Verónica, la protagonista de la película, al hacerse mayor. Los golpes de la vida han hecho que esta adolescente de 15 años se vea obligada a adquirir demasiadas responsabilidades de adulta. Mientras que la mayoría de sus amigas pasan su tiempo libre de fiesta, experimentando el primer amor o recibiendo el abrazo de sus padres, Verónica tiene que compaginar sus clases en un colegio de monjas con el cuidado de sus tres hermanos pequeños, ya que, tras la muerte de su padre, la madre se pasa la mayor parte del tiempo trabajando en un bar en el barrio.
El retrato que se realiza de este personaje femenino y su complicado entorno lo hace que trascienda como un poderoso drama que habla de temas tan valiosos como las dificultades para superar la pérdida del ser querido (excusa que sirve para que la joven se decida a tratar de contactar a su padre muerto), la difícil transición de niña a mujer (con una escena de menstruación que no había sido representada de forma tan traumática desde Carrie), o la fascinación del ser humano hacia lo desconocido. Ya desde el brutal prólogo, la película atrapa a uno con fuerza, gracias a una elegante fotografía y una dirección artística que recrea con absoluta convicción, recreando hasta el más mínimo detalle, la estética y los ambientes de principio de los noventa. Las canciones de Héroes Del Silencio (Maldito Duende, Entre Dos Tierras y Hechizo) acompañan durante toda la película a la solitaria Verónica en sus paseos a clase o en sus noches en vela como un mantra para una de las escenas más aterradoras de la película.
Sandra Escacena es magnífica y perfecta como la encarnación del vulnerable personaje principal. Junto a ella, es obligado destacar el maravilloso casting de los pequeños Bruna González, Claudia Placer e Iván Chavero como los hermanos, (resulta escalofriante verlos enfrentando situaciones como las que viven en la película) mientras que la veterana Ana Torrent también realiza una sensible interpretación como madre sobrepasada por las circunstancias y Consuelo Trujillo se adueña de algunos de los momentos más inquietantes con su encarnación de una monja invidente, "bendecida" con el don de sentir las presencias del más allá, a la que los alumnos han bautizado con el sobrenombre de la Hermana Muerte.
En general, es un espeluznante drama de terror con un final impresionante. Si les gusta el horror de la vieja escuela, deberían estar especialmente feliz con esta película. Casi todos los efectos especiales son hechos a mano, excepto por la aterradora y final escena, ya que hace homenaje a los efectos de la vieja escuela. Al final, Verónica brilla a través de un estado de ánimo melancólico, el encanto retro de principio de los años 90 y los simpáticos actores jóvenes de los que uno no quiere deshacerse por la sensación como si se conocieran desde hace años. Aunque la historia de un fantasma que aterroriza a una familia no es nueva, le recomiendo la película a todos aquellos que quieran estropear su sueño ya que el viaje de terror es realmente aterrador, a pesar del proceso familiar. Aquí se presta atención a la calidad... algo que la mayoría de las películas de terror recientes carecen.
Puntuación: 4 alcapurrias y media mordida.
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