En 1981, Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga) están trabajando en un exorcismo que involucra al niño David Glatzel (Julian Hillard), con el demonio aterrando a su hermana mayor Debbie (Sarah Catherine Hook) y su novio, Arne Johnson (Ruairi O'Conner). Durante el exorcismo, el demonio hace el salto de David a Arne, mientras que Ed sufre un ataque al corazón, poniéndolo en el hospital mientras Lorraine se preocupa por su salud. Arne pronto se convierte en un recipiente para una fuerza demoníaca, cometiendo un asesinato, lo que lo pone en juicio, frente a una sentencia de muerte por un crimen que no tiene ningún recuerdo. Sintiendo el trabajo de una fuerza malévola, Lorraine y Ed presionan a la abogada de Arne para declararse culpable debido a una posesión demoníaca, lanzando su propia investigación sobre el delito y haciendo un descubrimiento crítico de un tótem satánico que lleva a los demonólogos de nuevo en peligro al entrar en un territorio desconocido.
Si están buscando más casos paranormales de Ed y Lorraine Warren, lo encontrarán en The Conjuring: The Devil Made Me Do It. Pero este no es del mismo festival de miedo como en las películas anteriores de la exitosa franquicia de horror. En lo que es la tercera y posiblemente la entrada final, los demonólogos casados son más detectives que investigadores de lo paranormal en un caso que gira en torno a un asesinato. El ser basadas en hechos reales ha sido todo el concepto desde el principio, y todos sabemos que ese detalle brinda la atención a cualquier película que lo reclame. El resultado se mezcla decididamente aquí, incluso si la religión y la investigación paranormal de los Warrens se mantiene firme contra los susurros del diablo.
La película comienza de manera estimulante, con el tipo de posesión demoníaca que ha hecho de estas películas una emoción aterradora. Un espíritu malévolo se ha apoderado del niño David Glatzel, lo que lleva a un horror corporal al estilo Linda Blair en The Exorcist (1973) y una gran cantidad de cosas destrozadas en la casa de Connecticut de la familia. Entonces... a quién van a llamar? Ed y Lorraine Warren, por supuesto. Junto con un viejo sacerdote, luchan contra la entidad malvada, pero es demasiado poderosa. Se necesita un acto desinteresado de Arne, el novio de la hermana de David, para salvar el día. Él invita al espíritu a que entre a su cuerpo y deje el de David, que con gusto lo hace. Pero hay un precio.
Ed, quien fue atacado bruscamente por el demonio, sufre un ataque cardíaco masivo y es una sombra de lo que solía ser. Patrick Wilson casi siempre interpreta papeles fuertes, por lo que es interesante verlo tan frágil en la mayor parte de la película, con Vera Farmiga realmente haciendo todo el rendimiento físico. El demonio, ahora dentro de Arne, y que aparentemente está bien con todo esto, eventualmente sucumbe a su influencia y asesina al propietario de su hogar. Ahora... lo hizo o no lo hizo? Los Warrens son traídos nuevamente para hacer que el título de la película sea relevante, marcando la primera vez en la historia legal de los Estados Unidos que un acusado se declara culpable por medio de posesión demoníaca.
Crean o no que los Warrens realmente estaban en contacto con lo sobrenatural, estas películas cinematográficas creen en estas cosas de todo corazón. Eso pone esta película en una posición única ya que resalta más si la presencia del diablo es real, pero aún más si es capaz de que alguien cause el mal. Eso habla de la fragilidad humana, un tema que las películas anteriores no habían tocado antes. También se destaca por el estado frágil de Ed. Los Warrens nunca parecían personas reales de carne y hueso frente a una fuerza que es algo más que humano. Por supuesto, ser humano también le da a los Warrens una fuerza que los ayuda a soportar varias situaciones, y nos adentra en lo personal aún más.
El problema de una fe inquebrantable es que presenta algo de una oportunidad perdida. Vemos la posesión desde la perspectiva de Arne, con todos los monstruos espeluznantes y las visiones extrañas, por lo que no hay duda de que está bajo el control de una fuerza malvada. Una pequeña incertidumbre habría servido bien a la película, especialmente porque estamos tratando con un caso que se basa en el sistema legal, ya que Arne se enfrenta a la verdadera amenaza de ser puesto en el corredor de la muerte. Esto es realmente digno de la dedicación de los Warrens?
James Wan dirigió las dos primeras entregas de The Conjuring, pero ahora sede el paso a Michael Chaves. Chaves viene de dirigir The Curse Of La Llorona (2019), una historia adjunta al universo de The Conjuring con sabor latino que demostró ser lo suficientemente divisiva para que algunas personas no la consideren parte de la franquicia. Él obtiene todas las piezas para hacer un buen trabajo espeluznante, sin embargo nos dá como mucho un cadáver de aspecto putrefacto, algunos ratones en un río, y una experiencia casi de ahogamiento en una cama de agua. Lo único que faltó es el toque de Wan para darle la estética del período. La película se establece en 1981, pero realmente no se siente así. Wan podría haber convertido toda esa energía en una tensión amenazadora mejor que casi cualquier director. Chaves no tiene ese don, sus habilidades son eficientes y hacen el trabajo para hacer de esta una película de The Conjuring satisfactoria.
En general, nada de esto importa sin Vera Farmiga y Patrick Wilson como Lorraine y Ed Warren en la película. Teniendo en cuenta a los demonios y la sangre que se desata, hay algo muy puro en ellos que se rompe a través de la oscuridad. Vemos más de su historia de origen, y cada vez es más lindo, ya que sirve para conectar a sus personajes a estos expertos en lo oculto. Al final, The Conjuring: The Devil Made Me Do It está establecida en el amor entre los Warrens, y eso los ayuda a triunfar sobre las fuerzas del mal. Es una forma adecuada de finalizar esta trilogía de horror y sus días de cazar demonios de una manera apropiada.
Puntuación: 3 alcapurrias y media mordida.
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