En 1980, el Empire Theatre está abierto al público y ofrece dos pantallas de entretenimiento cinematográfico, con el gerente general Ellis (Colin Firth) supervisando el cine. Hilary (Olivia Colman) es una gerente y empleada de mucho tiempo que se apega a su rutina sin prestar atención a las películas. Cuando un nuevo empleado, Stephen (Micheal Ward), llega a la escena, Hilary se siente inmediatamente atraída por el hombre de edad universitaria, buscando establecer una conexión mientras pasan días juntos en el trabajo. Stephen responde a algo sobre Hilary, y los dos comienzan una relación sexual, tomando su tiempo privado en un área cerrada del cine, con Stephen creyendo que están construyendo un vínculo. Sin embargo, Hilary está lidiando en privado con esquizofrenia, usando medicamentos para equilibrarse en público, pero las grietas en su comportamiento comienzan a mostrarse, alarmando a su amante a medida que se vuelve más maniática, exponiendo una larga batalla contra la enfermedad mental.
Siendo una de las películas más decepcionantes que he visto este año, Empire Of Light se esfuerza por combinar tensiones raciales, el trauma de la salud mental y el amor puro por el cine. Desafortunadamente, a pesar de tener una serie de momentos aislados que probablemente se verían geniales en un resumen de los Premios de la Academia, todavía se queda corta. El guionista y director Sam Mendes tiene aquí una visión extraordinaria, y aún más espectacular es la actuación de la ganadora del Oscar Olivia Colman y su compañero de pantalla, Micheal Ward. Por qué entonces la película está tan llena de problemas?
El Empire Theater se está desvaneciendo rápidamente, y es una sombra de lo que alguna vez fue. Sin embargo, todavía hay clientes fieles que vienen todos los días, ya sea para ver una proyección de The Blues Brothers (1980) o Smokey And The Bandit (1980). Hilary, una gerente de turno, hace todo lo posible por sonreír y saludar a cada cliente como si fuera un miembro de su familia. Reinando sobre Hilary está el gran jefe, Ellis, quien llama constantemente a Hilary para que vaya a su oficina donde ella lo masturba en secreto a su conveniencia. Stephen, un joven empleado nuevo, es entrenado por Hilary mientras se adapta al trabajo en el cine. En una película mejor, Stephen actuaría como nuestro personaje central, una ventana a este mundo y a la magia del cine. En cambio, el ángulo del "poder del cine" aquí se presenta a través del proyeccionista Norman (interpretado por Toby Jones), un personaje cuyo papel es tan mínimo que bien podría no existir en lo absoluto.
Cuando se produce un extraño romance entre Stephen y Hilary, Stephen también se enamora de cómo funcionan las proyecciones y los rollos de las películas. No obstante, estos dos elementos no se ejecutan de una manera unida. La amistad de Norman con Stephen ocurre tarde en la película, mientras que la relación de Stephen y Hilary es fundamental para la "historia". Utilizo el término historia de forma muy vaga aquí, principalmente porque el guión de Mendes está tan disperso que bien podría haber estado dividido en viñetas. El romance central es cuestionable en el mejor de los casos, y uno no puede evitar pensar que si los géneros se hubieran invertido, la mayoría de la gente gritaría.
Los empleados del Empire Theater ahora se preparan para el próximo y emocionante estreno de la película Chariots Of Fire (1981) con la asistencia del elenco y el alcalde, un evento que podría volver a ponerlos en el mapa. A medida que avanza la película, la amistad de Stephen y Hilary da muchos giros extraños. La esquizofrenia entra en juego, al igual que el concepto de Stephen sobreviviendo como un hombre de color en Inglaterra bajo el gobierno de Margaret Thatcher en 1980. Algunos momentos íntimos entre los dos personajes funcionan bien, uno bajo fuegos artificiales es impresionante de contemplar gracias a la cinematografía, y su conexión por un pájaro se siente especial. A pesar de ello, la mayoría de las veces, esta pareja simplemente no coincide. Parecen saber que lo que están haciendo está mal y también comienza a tener un efecto negativo en el desempeño laboral de Hilary. Ambos son buenos por separado como personajes, pero en general, sus historias juntos no tienen mucho sentido.
La mejor parte de la película fue la hermosa cinematografía y su excelente banda sonora que funcionó para establecer un tono, pero lo que finalmente unió toda la película fue la actuación estelar de Olivia Colman como Hilary. Tomando un giro diferente al que muchos probablemente están acostumbrados de ella, Colman crea una figura vulnerable pero empática con una historia interesante. Micheal Ward se nutre únicamente de su presencia en pantalla mientras se defiende junto a Colman. La química de Colman y Ward hacen que la película funcione a pesar de los problemas antes mencionados.
En general, si había una película que debía gustarme mucho, debería haber sido esta (porque fuí ujier en un cine). Un incidente que ocurre con un cliente con comida me recordó algunas de las cosas con las que tuve que lidiar a diario gracias a las reglas arcaicas del cine. La monotonía de los deberes de los ujieres y proyeccionistas, y el limpiar las salas después de cada tanda también se presenta con bastante precisión. Aún así, en su mayoría, el escenario del cine se usa sólo como telón de fondo. Al final, Empire Of Light no logra hacer nada remotamente emocionante con su premisa. Sin Colman y Ward en el centro, sería una película casi imposible de ver. Su tiempo de duración de 1 hora y 48 minutos realmente agota la paciencia de uno, ya que honestamente sentí que la película podría haber terminado al menos cinco o seis veces antes de que realmente lo hiciera. Luché por descubrir por qué Sam Mendes sintió que esto era digno de verse en una pantalla grande cuando su película anterior, 1917 (2019), fue una obra maestra.
Puntuación: 2 alcapurrias.
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