Thursday, March 24, 2022

Review: Deep Water


Vic (Ben Affleck) ha estado casado con Melinda (Ana de Armas) durante años, pero la chispa se ha ido, con la pareja llevando vidas separadas mientras viven en la misma casa con su hija, Trixie (Grace Jenkins). Vic está semi-retirado, enfocandose en sus pasatiempos y paternidad, y vigila de cerca a Melinda, quien entabla relaciones sexuales con otros hombres, a menudo haciendo alarde de tal atracción frente a sus amigos. Recientemente, uno de los amantes de Melinda desapareció, y ahora anda con otro, lo que obliga a Vic a lidiar con la situación por su cuenta, haciendo una broma grosera sobre esa desaparición en una fiesta. Ese humor no le sienta bien al escritor Don (Tracy Letts), quien siente algo extraño en Vic, mientras que Melinda continúa con sus juegos psicológicos, decidida a romper la frialdad de su esposo con un comportamiento cada vez más atrevido.

Qué diversión deliciosamente malvada resultó ser Deep Water. Eso es algo que no he podido decir sobre una película de Adrian Lyne en más de dos décadas, ya que Lyne fue el proveedor frecuente de placeres eróticos como Fatal Attractión (1987), Indecent Proposal (1993) y Unfaithful (2002). Aquí, adapta la novela de Patricia Highsmith de 1957 sobre una pareja casada con problemas, sin amor desde hace mucho tiempo, que comienza un retorcido juego de poder, tentación y celos, hasta que la gente comienza a aparecer muerta. Pero lo que la hace tan agradable son las actuaciones de Ben Affleck y Ana de Armas, quienes comenzaron una relación durante el rodaje, pero se separaron antes de que la película viera la luz del día.

Curiosamente, no estoy seguro de que deba gustarme. Esa es la sensación que tengo de Disney, que adquirió la película como parte de su adquisición de Fox para luego retirar su estreno en cines y trasladarla sin contemplaciones a la plataforma de streaming Hulu. Para ser justos, este thriller de asesinatos torcidos difícilmente encaja con la marca del ratón, independientemente de su poder estelar. Pero existe la duda de porque esto sale en una semana ya repleta de nuevas películas. Lo que me lleva a pensar que quizás es el tipo de película que claramente está dirigida a audiencias adultas que han pasado por problemas de las relaciones, y que posiblemente el tema está fuera de moda en el panorama actual.

Ben Affleck interpreta a Vic Van Allen, un hombre jubilado de New Orleans que se enriqueció al diseñar un microchip utilizado en la guerra de aviones no tripulados. Ya no hace mucho más que criar una granja de caracoles, ocasionalmente sale a dar paseos en bicicleta, juega con su inteligente hija Trixie y observa a su joven y coqueta esposa, Melinda. Todos los días parece que Melinda ha encontrado un nuevo amigo o uno viejo de repente en la ciudad. Cada uno es increíblemente guapo, un poco tonto o torpe, y no puede dejar de alardear de sus aventuras con ellos, justo en frente de Vic y sus amigos. Sin embargo, que lo vean como un esposo patético no parece molestarlo. Él observa, cede ante ella cuando ella le presta atención y el ciclo se repite. Excepto que algunos de estos hombres parecen estar desapareciendo.

Vic es, por mucho, la figura más fascinante de la película, porque es un misterio muy extraño. No parece tan molesto por su suerte en la vida. A veces parece estar genuinamente asombrado de tener a alguien tan hermosa y enérgica como Melinda como su esposa. Él la mira con una mezcla de admiración y repugnancia. Al enfrentarse a sus diversos amantes, Vic se convierte en algo completamente diferente. Cuando habla con uno, alude descaradamente la muerte de otro de los supuestos amigos de Melinda, aterrorizando al pobre hombre. Pero luego le da la vuelta a todo y juega bien la situación. La actuación controlada y tensa de Affleck se encuentra entre las mejores que ha dado. Es muy similar a la interpretación que hizo en Gone Girl (2014), en la que interpreta a otro marido que vivía cierta fachada domestica.

Dado que esto se basa en una novela, hay más en la historia que interacciones y juegos sexuales, y Lyne se descuida un poco con algunos de los detalles, emergiendo con demasiados momentos infieles. El director no está seguro con la hostilidad de la situación, pero tiene a su posición una sensualidad vagamente amenazante, capturando una tensión especial entre la pareja que funciona a través de eventos sexuales y acusaciones, encontrando una magia oscura que mantiene esta unión funcionando de la manera más extraña. La película tiene ritmos seductores en su banda sonora y relucientes imágenes de caracoles, pero también es una reunión interesante con los viejos intereses del director en los caminos de la corrupción, la impotencia y la amargura, con la lujuria anulando toda lógica cuando se trata de una asociación que involucra dos individuos distorsionados. Honestamente, ha pasado mucho tiempo desde que se produjo una película como esta.

En general, eso es lo más complejo posible que puedo describir, lo cual es perfecto para Deep Water y para su director Adrian Lyne. En verdad, todo se vuelve un poco tonto a medida que crece el número de muertos, Melinda se vuelve más obvia y Vic más descarado. Pero eso en realidad funciona a favor de la película. Veinte años después, Lyne no ha perdido el toque. Su estilo, que sigue siendo una mezcla de drama de prestigio y obscenidad vulgar, es el punto dulce que esta película clava y que otras películas similares se ahogan tratando de emular. Al final, Deep Water es una película agradable y bien hecha. Siendo un poco inestable a veces, la película es un buen regreso para Lyne, quien aprovecha sus puntos fuertes con el esfuerzo, creando una imagen siniestra y sexual, y que le va bien con los protagonistas Ben Affleck y Ana de Armas, quienes comparten una buena química, dándole al director algo con lo que trabajar. 

Puntuación: 3 alcapurrias y media mordida.

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