Thursday, September 12, 2024

Review: Disco, Ibiza, Locomía


Xavier Font (Jaime Lorente) es un joven catalán, abiertamente gay, que emigró a Ibiza en los años 80's gracias a la fama libertina de la isla. Allí, con un grupo de casi todos chicos, pero también una chica, Lurdes Iríbar (Blanca Suárez), intentan sobrevivir como pueden de peluqueros, diseñadores de trajes y cosas que venden en la calle, e incluso, en la última etapa, como bailarines en la discoteca Ku. Es en Ku donde los atuendos extravagantes de Xavi y Lurdes llaman la atención del productor José Luis Gil (Alberto Ammann), quien los invita a lo que puede ser una aventura apasionante, formar un grupo, al que nombrarán Locomía, como ya se llaman a sí mismos los chicos, que revolucionará el panorama musical español e hispanoaméricano de finales de los años 80's y principios de los 90's.

En 2022 la serie/documental Locomía, dirigida por Jorge Laplace, trataba sobre un fenómeno sociológico de finales de los años 80's hasta casi mediados de los 90's que ciertamente sorprendió, la aparición del grupo musical Locomía, aunque también se puede escribir Loco Mía. Fue un grupo de electro-pop con vestimentas que cruzaban entre un payaso de circo y un torero con hombreras gigantes y bailaban de manera sincronizada con abanicos de mano. Con el vestuario diseñado por Xavier Font, fundador del grupo, y la visión comercial del productor musical José Luis Gil, Locomía se disparó con un potencial enorme y una estética andrógina ambigua. Ese documental, que sin duda fue muy bueno, podría ser el argumento de una historia muy atractiva, porque hay elementos más que suficientes para ello.

Por lo que veo no me equivoqué, porque aquí tenemos un largometraje en el que se dramatizan los hechos esenciales, la creación, el ascenso y la caída del grupo. La película comienza de manera peculiar, ya que es narrada por una chica, que dice, más o menos, que esta es la historia de Locomía, aunque se han cambiado algunos nombres y también algunas circunstancias, pero que en esencia esa es la historia. A partir de ahí conocemos a Xavier Font, Lurdes Iríbar y un grupo de personas con los mismos intereses, mayoritariamente chicos y algunas chicas. Sin embargo, Disco, Ibiza, Locomía tiene un aspecto personalizado que deja a uno sin aliento.

Debido a que la historia del grupo musical fue una oportunidad que no podía ni debía desperdiciarse, desde la peculiaridad de sus orígenes, y con varios de los chicos que no cantaban para nada, Locomía hizo de su extravagante vestuario y sus gigantescos abanicos sus señas de identidad, hasta su final, cuando Xavier Font y José Luis Gil se enfrentaron en una lucha despiadada que acabó por destrozar el nombre del grupo, poniendo así fin a la gallina de los huevos de oro.

Pero lo que resultó potente en el documental, sobre todo en el enfrentamiento entre Font y Gil (cada uno por separado en la entrevista que concedieron), y que dio una idea de hasta qué punto el rencor de Font, pero también del el cálculo y la táctica de Gil, destruyeron un fenómeno verdaderamente singular, no se encuentra en esta película y, por supuesto, son un poco menos que dignos de la historia, contada aquí en torno a una reunión que intenta llegar a un acuerdo antes de acudir a los tribunales. Desde esa perspectiva, tenemos los testimonios de Font, Gil y los otros miembros del grupo con la ayuda de una mediadora.

Jaime Lorente, en el papel de Xavier Font, parece muy poco convincente. Como el líder de Locomía interpreta a un personaje difícil de creer, a pesar de sus esfuerzos, que son reconocidos, como las falsas acusaciones que saca a la luz, pero son poco creíbles. Blanca Suárez se desempeña mejor como Lurdes Iríbar, diseñadora e integrante inicial del grupo, aunque en un papel secundario como corista. Pero el mejor de todos es Alberto Ammann, quien, acertadamente caracterizado interpreta de manera convincente a José Luis Gil, un tipo sistemático, pragmático y bien posicionado en la industria discográfica, que encontró en Locomía la piedra filosofal para transformar a cada uno de los integrantes (algunos que cantaban como gatos siendo torturados) en un grupo que fue el acontecimiento musical de su época.

En general, con el director Kike Maíllo tras las cámaras, hay que tener respeto por la historia que quiere contar, su elegante narrativa, y la cuidadísima estética de los visuales. Pero hay varios detalles y varios planos que no se ven en este tipo de producciones y que hace que la historia sea más atractiva. También tiene una duración bastante ajustada, apenas 1 hora 45 minutos, que hace que no se aburran nunca, pero es cierto que el tramo final se acelera demasiado y no deja espacio para muchos eventos interesantes. Pese a ello, es una película interesante. Al final, Disco, Ibiza, Locomía es un viaje no sólo por la historia del grupo, sino también por una época (y fuera de ella) en la que todo era posible. La película no esconde absolutamente nada, no sólo en el tema de sexo, drogas, y fiestas, sino en los más complicados temas de celos, traiciones, desamores y pérdidas, que son los que dan vida a una historia mucho más compleja de lo que puede parecer. Es realmente divertida y entretenida de ver, y está llena de matices entre las luces y las sombras.

Puntuación: 3 alcapurrias y media mordida.