Monday, May 29, 2017

Review: The Devil's Candy



La familia, la pintura y la música de heavy metal son las pasiones de Jesse (Ethan Embry), un pintor que vive una vida feliz con su esposa, Astrid (Shiri Appleby), y su hija preadolescente, Zooey (Kiara Glasco). Las cosas se ven aún más felices cuando Jesse y Astrid son capaces de comprar en una oferta la casa de sus sueños, una enorme propiedad rural en Texas con un granero lo suficientemente grande como para un estudio de arte, después de que el precio es reducido debido al misterioso pasado de la casa. Después de que el trío se muda, el trabajo de Jesse comienza a asumir un nuevo y considerablemente tono más oscuro, y las cosas se ponen aún más siniestras cuando Ray (Pruitt Taylor Vince), el claramente desequilibrado hijo de los difuntos ex propietarios aparece en la puerta una noche, agarrando una guitarra eléctrica roja pidiendo "volver a casa". Pronto se hace claro que Ray y Jesse están siendo influenciados por unas fuerzas satánicas, y que la familia de Jesse no estará a salvo hasta que encuentren una manera de calmar al mismo Diablo.

Al ver esta película, se tiene la sensación de que algo no está bien. No tiene nada que ver con la calidad de la película, pero con los temas ocultos que se presentan. En primer lugar, esta película merece crédito por trabajar con la conexión del heavy metal con el horror. No se tiene que disfrutar del heavy metal para disfrutar de esta película, pero ayuda. Una de las razones por las que la década de 1980 fue una gran década para el horror es porque también fue una gran década para la música del heavy metal. La película no intenta ser un retroceso a los años 80, pero ofrece algo de un equivalente moderno.

La historia sobre una fuerza demoníaca que utiliza el talento de las personas como un medio para canalizar el mal es bastante original. Las actuaciones son buenas, y cada personaje carga con una tonalidad que es difícil de encontrar en el género de horror. El guión es un poco suave, pero lo que le falta en profundidad lo compensa con el factor de miedo. Cómo ver un ritual satánico, esta película te obliga a presenciar la locura, y cómo el arte se puede utilizar para canalizar algunas emociones retorcidas y enfermas.

La dirección de Sean Byrne es excelente, ya que usa algunas imágenes sombrías que parecerían totalmente cursi en las manos equivocadas, pero aquí funcionan para crear una estética consistente. El soundtrack es excelente, ya que usa canciones de heavy metal como Am I Evil? de Metallica, Killing Inside de Cavalera Conspiracy, By Demons Be Driven de Pantera, You Against You de Slayer y For Whom The Bell Tolls de Metallica de una manera que no se siente como un soundtrack común y corriente, sino que hace que la música sea parte del núcleo de la película. Mi único problema es que la película es bastante corta, sólo dura 1 hora y 17 minutos. Me hubiera gustado un par de escenas más de la familia antes de que todo se volviera extraño, o incluso más de la presencia maligna.

Esta película me recuerda a The Witch, ya que ambas no tienen sangre o gore, pero logran perturbar en un alto grado. No hay mucha violencia, pero las pocas escenas que lo muestran son inquietantes. Al final, esta no es una película para todo el mundo. A los fans del horror y heavy metal en general les encantará, pero los fans del gore estarán muy decepcionados. En fin, esto es una mirada a la mente de los afectados con psicosis, y cómo el mundo parece doblarse y deformarse a su alrededor a medida que luchan contra una enfermedad mental.

Puntuación: 4 alcapurrias.

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